
“Los que alguna vez asistieron a un curso de manejo seguro de armas de fuego o los talleres de legítima defensa, puede que recuerden haberme escuchado decir esto… si creen que con un arma se van a sentir seguros, mejor compren un perro: enséñenle a cuidar a su familia y él será un fiel protector; así como si descuidamos al perro y creemos que el arma nos va a cuidar, el día que necesitemos y no sepamos usarla, ese perro nos morderá la mano; el arma hará lo mismo a un costo más alto.”
Esta frase tiene su dueño, y es bueno reconocer en esta ocasión a su autor que es ni nada menos que Miguel Sileo, fue hace muchos años que la escuche y que desde entonces marca mi forma de enseñar; condensa una idea sencilla y poderosa: la seguridad no nace de un objeto, nace del conocimiento. Su frase original era y es: “Si vas a gastar dinero en seguridad, cómprate un perro. Es el mejor amigo del hombre, acompaña y además disuade”
Para quienes no saben de y con quien estoy hablando, ¿quién es Miguel Sileo? Un brevísimo repaso de su CV:

- Miguel Ángel Sileo es un negociador policial argentino, con formación en fuerzas especiales y experiencia en situaciones críticas como tomas de rehenes, atrincheramientos y suicidios.
- Se retiró de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en 2019, tras una carrera de aproximadamente 33 años, alcanzando la jerarquía de Mayor.
- Desde su retiro, se dedica a dar cursos, diplomaturas y capacitaciones en negociación policial, gestión de riesgo y resolución de incidentes críticos.
- Director de la Diplomatura Superior Internacional en Negociación Policial en la Universidad Abierta Interamericana.
- Instructor del GOE que con el tiempo pasó a denominarse Brigada Especial Operativa Halcón, y después División Especial de Seguridad Halcón.
- A lo largo de su carrera, Sileo participó en más de 60 negociaciones de rehenes, atrincheramientos o crisis similares, liberando aproximadamente 168 personas.

- En 1987, durante la segunda visita del Papa Juan Pablo II a Argentina, integraba la GOE como francotirador para tareas de protección.
- Es ampliamente conocido por su participación como negociador en el llamado “Robo del Siglo” al Banco Río de Acassuso, en enero de 2006, donde los asaltantes tomaron rehenes y luego escaparon de forma espectacular. En medios y documentales, ha reivindicado su papel y corregidos relatos que considera erróneos de lo ocurrido en ese robo.
- En este camino también es justo mencionar a Jorge Sáenz, quien creó y promulgó la figura del Instructor de Tiro RENAR, pieza clave para profesionalizar la enseñanza y estandarizar la formación en el país. Miguel Sileo fue uno de los primeros en asumir ese rol, no sólo capacitando a personal de las fuerzas de seguridad, sino también formando a civiles dentro del marco de la Ley Nacional de Armas N.° 20.429, asegurando que el conocimiento transmitido respondiera a fundamentos técnicos, legales y éticos sólidos.
- Enfoques y filosofía: Sileo sostiene que la tenencia de armas no es una solución primaria para la inseguridad, y advierte que en manos inexpertas pueden volverse un riesgo en vez de un medio de protección. Defiende la importancia de la prevención, la educación y el fortalecimiento institucional como herramientas claves para reducir la violencia. Advierte sobre los aspectos psicológicos del trabajo de un negociador: no cualquiera está preparado para afrontar la presión y el estrés que implica enfrentar situaciones críticas con vidas en juego.

Este resumen no alcanza para describir sus conocimientos y capacidades que fue capaz de transmitir a tantas personas a lo largo de su carrera profesional.
Hablando con Sileo repasamos anécdotas y lecciones que él transmitió durante décadas en formaciones tácticas y negociaciones críticas. De sus relatos surgió una advertencia que no admite atajos: “Después del ‘pum’ viene lo peor”. No es una frase para asustar; es un recordatorio de consecuencias reales —legales, morales y psicológicas— que acompañan a cualquier descarga de fuego en la vida real.
En nuestro diálogo coincidimos en algo que debería estar fuera de discusión para cualquier civil que piense acercarse a las armas: la instrucción verdadera es integral. No alcanza con cumplir requisitos administrativos para ser “legítimo usuario”; la Ley Nacional de Armas (Ley 20.429) regula adquisición, tenencia y portación y fija un marco que obliga a entender no sólo el arma, sino su marco legal y su responsabilidad social.
Tampoco se puede soslayar el terreno penal: el Código Penal contempla figuras relativas a la imputabilidad y sus efectos cuando, por ejemplo, la capacidad de comprender o dirigir la acción está alterada —materia recogida en el artículo 34— y que incide directamente en cómo se evalúan hechos con armas. La decisión de disparar o no disparar tiene, además del resultado físico, consecuencias jurídicas que pueden trascender la vida del que accionó el disparador.
¿Qué significa, entonces, formar correctamente a civiles? Para Sileo y para mí, implica al menos cuatro pilares:
Fundamento técnico: manejo seguro, mantenimiento, manipulación y prácticas en polígono que prioricen la seguridad en todo momento.
Entrenamiento práctico realista: ejercicios que contemplen estrés, toma de decisiones bajo presión y escenarios que simulen la complejidad humana y ambiental —no sólo cartones inmóviles— porque no es lo mismo tirar a un blanco inerte que decidir frente a una persona real.
Formación legal: conocer la Ley 20.429, los requisitos para la titularidad y portación, y comprender las implicancias del derecho penal —no sólo para “pasar un trámite”, sino para tomar decisiones informadas que eviten tragedias y procesos legales.
Perspectiva ética y psicológica: trabajar el discernimiento, la contención emocional y la gestión post-evento —porque la descarga de un arma deja secuelas en quien tiró y en su entorno.
Durante la charla también reflexionamos sobre los “falsos profetas” de la instrucción: quienes reproducen recetas de Hollywood, enseñan atajos o confunden consumo de redes con experiencia real. Muchos civiles confían en una o dos clases de tiro como si eso los habilitara para decidir en fracciones de segundo la vida o la muerte de otro ser humano. Sileo lo resume con la frialdad de quien vio las consecuencias: una bala cambia todo.
No se trata de desincentivar la práctica deportiva; el deporte con armas tiene reglas, oficiales de campo y protocolos que lo hacen seguro y formativo. Pero separarlo de la instrucción integral que exige la legítima defensa es peligroso. En el polígono se aprende técnica; en la vida se experimenta estrés, ambigüedad y consecuencias legales y humanas que una sesión de tiro no resuelve.
Termino con lo que creo que es la síntesis del mensaje que me dejó Sileo: invertir en seguridad es invertir en conocimiento. Si vas a gastar dinero en proteger tu hogar y a tu familia, primero invierte en formación seria —técnica, práctica, legal y humana— y después en medidas físicas de disuasión y protección. Y si elegís un arma, que su uso esté respaldado por la preparación correcta, no por la ilusión de tranquilidad que vende un disparo.
Finalizo con otra frase de finalización de curso: …ojalá que todo lo que se entrena en el campo de tiro nunca sea necesario ser usado para defendernos, pero si llegara el momento es mejor tener las herramientas correctas…
“Muchas gracias, Miguel Sileo por tu tiempo y aporte a este servidor”
Excelente M.S
Muchas gracias, el conocimiento es fundamental al igual que la práctica!